ESTA ES LA HISTORIA DE LA FAMOSA FRAZADA TIGRE
El invierno ya llegó y por eso recordamos este ícono popular de varias generaciones en esta temporada.
Aquí en Lima, el invierno comenzó oficialmente hace tres días, pero nos hace tiritar desde varias semanas atrás. Y con él han vuelto a salir de los roperos estas frazadas que han acompañado a generaciones de peruanos con sus inconfundibles tonos negros, blancos y pardos, y ese par de felinos que se miran cara a cara.
Volviendo al Perú, se dice que los primeros modelos surgieron de la tradicional Fábrica de Tejidos Maranganí, en el Cusco, especializada en este tipo de mantas que pesan más que el colchón, como bromeaban los abuelos. El rastro más claro, sin embargo, está en Lima, exactamente en la tienda Santa Catalina, que hasta el día de hoy es la distribuidora oficial de la atigrada frazada y que, además, este año cumple 130 años. Nada menos.
Se trata de una empresa fundada en 1888 por dos extranjeros: el italiano Bartolomé Boggio y el estadounidense Enrique Price. Sin embargo, el verdadero éxito de la Fábrica de Tejidos Santa Catalina (su nombre original) no llegaría sino 10 años después de conformada, cuando Mariano Prado Ugarteche se hizo socio de la misma y emprendió su expansión. La historia es contada con mayor detalle en el libro "El imperio Prado, 1890-1970" (1995) de Felipe Portocarrero, donde se explica la relevancia que tuvo el negocio textil en la riqueza del poderoso clan familiar de los Prado. La empresa dominó el rubro de la lana, abrió varias sucursales y se expandió más allá de sus expectativas hasta que, tras varios años de bonanza, una mezcla de razones propició su decadencia, entre ellas "la competencia que comenzaron a ejercer desde mediados de la década del 50 las fibras artificiales y sintéticas", según indica Portocarrero.
Más tarde, durante el gobierno de Juan Velasco, Santa Catalina pasaría por un proceso de cooperatización y recaería en manos de sus trabajadores. Recién en 1992 quedaría en manos de la familia Aragón, sus actuales dueños. El tigre se resiste a descansar las garras.
En la actualidad solo queda activo uno de los locales de Frazadas Santa Catalina. Está en la cuadra 4 del jirón Carabaya, en el Centro Histórico de Lima, y entre sus paredes huele a viejo. En sus estantes se apilan las frazadas de tumis y de figuras Nasca, pero salta a la vista el clásico modelo del tigre, el más pedido por la gente. "Si nunca has tenido una frazada de tigre, no tuviste infancia", dice un cliente que busca renovar la ropa de cama. Los trabajadores extienden, doblan y cepillan con paciencia los populares cobertores.
FUENTE: EL COMERCIO